Saturday, March 29, 2008

Audición

La música está en mi vida desde hace tanto tiempo como el cine. Desde el comienzo de los tiempos, desde el alba de mi existencia. Pero como con el cine, tengo una relación tormentosa con el piano. No cuando lo escucho en una grabación original en una taberna llena de humo y es Scott Joplin el que se pone manos a la obra, entonces no hay ningún problema.

Pero cuando lo toco yo, es distinto. Las teclas se vuelven alfombras de faquir y las notas cuestan y duelen y todo sonido es un sufrimiento agónico. ¿Por qué no puedo tener una relación con mi música que no exceda del clásico "para Elisa" y poco más? ¿Por qué lo busco, las horas y horas, los callos, los dedos que se van fortaleciendo?

Todo empezó por una pieza que toqué hace unos años, cómo no, una elegía al poeta húngaro Sandor Petöfi que le escribió su amigo Franz a su muerte, trágica, rotunda, primero piano luego fortissimo, en la que se oyen las lágrimas. Esa pieza me deja exhausta emocionalmente, y a pesar de eso la vuelvo a tocar día tras día, esperando encontrar en un acorde algo cuyo nombre no conozco...

1 comment:

Anonymous said...

Quiero que mires, ya que eres una artista, un post que tengo en mi blog sobre art toys. Ya me contarás. Un beso