Esta semana me temo que tenemos un tema, un hijo rojo: las primeras veces de los directores (cinematográficamente, se entiende :P). Esta película es otro ejemplo notable (quizás un día llegue a describir a Coppola :P), sin llegar a ser tan notoria como la anterior, porque no llegó a los Oscars, ni al circuito internacional, pero sí que se movió importantemente en los círculos de cine independiente (en los que Kelly, el director, decidió promoverla, ya que, en sus propias palabras, “es tan rara que nadie la quería”), logrando un estatus de película de culto al comenzar este milenio.“Donnie Darko” es una obra reflexiva en ese sentido. No debemos dejarnos engañar por la estética espectacular, dentro de un tono de “Mad world” (como la canción, también presente en la película), de la estructura onírica que muy acertadamente escogió Richard Kelly para su ópera prima. Es un pequeño genio que sorprendió al mundo y que desde entonces no ha hecho cosas de gran importancia, quizás porque puso tanto esfuerzo en ese primer tiro que se demostró que ese es el mensaje que llevaba dentro y eso es lo que tenía necesidad de dar al mundo. Sus siguientes películas son improvisaciones libres sobre el mismo tema, sobre la misma oscuridad.
Todo envuelto en el “realismo mágico sin realismo” que llevan tan bien a cabo los actores. Desde el jovencísimo Jake Gyllenhaal que vive unos brotes esquizoides (esto tiene dedicatoria :P) de lo más esperpénticos, su hermana mayor (también su hermana en la realidad, Maggie, que logra un momento mágico en la pelea entre hermanos), Barrymore recuperada de la montaña de las drogas, Noah Wyle post-Silicon-Valley y pre-Urgencias y una Jena Malone que parece salida de un cuento gótico pintado por Tim Burton.
Una película casi experimental, en cuanto que es la primera, pero sorprendentemente coherente, estilísticamente, narrativamente, todo cuadra. Claro, es como “Cien años de soledad”, luego es difícil de sorprender a nadie con la segunda.
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