Odio los domingos. Y sé por qué. Ayer me propuse levantarme bien, pronto, no un madrugón increíble, pero sí un horario que me permitiera hacer un montón de cositas y sentirme más realizada cuando llegara la tarde y la lista de cosas a hacer fuera más pequeñita. Pues no ha podido ser. El domingo me invade una especie de pesimismo ¿infundado? en el que me hundo y me regodeo (como estoy haciendo ahora). Hoy es domingo, sí, pero es que mañana es lunes, mañana a las 8.30 estaré sentada en una apasionante clase de derecho procesal, en la que nunca me entero de nada porque no voy muy a menudo, a las 8.30 a nadie le gusta hablar del derecho de la prueba! Me invade el pesimismo porque todos los fines de semana me propongo hacer tantas cosas, pero luego no hago casi ninguna, porque paso a la posición fetal en el sofá, delante de la tele, delante de una película (por eso llevo 8 en lo que lleva de mes, si Dios quiere, esta tarde 9!!!) y allí me apalanco hasta que cae la noche :p... El caso es que llega el domingo por la tarde, siempre voy al cine, a dar una vuelta, a lo que sea, y cuando llego a casa me encuentro ante la inminente mañana siguiente, de madrugón, frío, y todo el resto. Feliz domingo.
Sunday, October 7, 2007
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