Sorprendió al mundo entero con “Ordinary people” en 1980, mostrando un retrato lúcido y sencillo de una familia que se despedaza. Cualquier persona que no la haya visto se ve encarecidamente invitada a verla, porque en la angustia del hijo que no logra perdonarse a sí mismo encontramos a uno de los actores más prometedores de su generación que luego desapareció del mapa, un Timothy Hutton suicida y confundido por el hacerse mayor, una Mary Tyler Moore a
En todas sus películas Redford sí que hace una cosa: demuestra una extrema sensibilidad por los seres humanos, y demuestra lo irracional de nuestras relaciones, y de nuevo lo humanos que somos intentando salvarlas de una manera tan idiota como inefectiva. Investiga cada vez con mayor precisión lo que nos coloca en nuestro sitio, y, lo que es más interesante, lo que nos hace salirnos de nuestro sitio cuando creemos que algo merece la pena (o no).
Por ello tengo que darle esta tarde las gracias. Porque dejó de ser un divo para lanzarse a crear y promocionar el que es hoy el festival de cine independiente más grande y con más repercusión del mundo, Sundance Film Festival (en enero, en plena sesión de esquí),que fomenta el cine experimental, atrevido, no atado al dinero ni a las ideologías de los productores esclavizantes. Porque nunca le ha importado un pepino su imagen y se agradece. Por enamorarme en “Tal como éramos”. Por despertarme con “Lions for lambs”.
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