Esto va de payasos, no de jefes de Estado y de gobierno. Igual está girando en ese sentido más de lo que yo pensaba, pero es que resulta que al estar expuestos a la opinión pública se arriesgan a que alguien que teclea rápido y tiene la lengua afilada les dedique un blog como éste.
Mi siguiente payaso no tiene nombre. Bueno, la verdad es que no es que no tenga nombre. Es que es anónimo, o lo considero anónimo, para ser más exactos, porque aunque tiene nombre, éste no importa. Se trata, señores y señoras, del presidente de ese imponente y muy nombrado últimamente país que es el Chad.
Afincado en la capital, Ndjamena, seguramente vive su escogida fastuosa vida de palacio, de avión privado, de cenas y galas, de caros trajes italianos y televisiones de plasma. Todo esto mientras su pueblo se muere de hambre.
Pero hasta aquí como tantos y tantos dirigentes del mundo entero, que no son sino enemigos de su propia gente, en vez de luchar por llevarlos adelante. No, lo que destaca a éste característico individuo es que además ha decidido pasarse los tratados internacionales, los convenios y demás derecho internacional por el forro.
¿Justificación? Ninguna, sólo hacer alarde de poder que no demuestra, encerrando a una tripulación que poco tiene que ver con el entramado turbio que acecha, sin permitirles los más mínimos derechos, ver defensa, publicidad del proceso, presentación oficial de los cargos, comunicación con familia y prensa…
PAYASO. Por hacer payasadas tales como intentar llamar la atención de esa manera ante la comunidad internacional.
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