Wednesday, February 13, 2008

"Blow up" de Michelangelo Antonioni









El otro día fui a ver “Blow up” con María, mi primera y única película de Michelangelo Antonioni (la había visto con anterioridad, pero en el comienzo de los tiempos y cuando aún no contemplaba las películas como algo más que dos horas de diversión). Es una película fascinante.

Como dijo la tía de la taquilla, llegamos 7 minutos tarde, nos sentamos sin ver a Diego y a Rai :P, pero llegamos justo a tiempo para que nos presentaran a Thomas, un fotógrafo del que no se conoce el nombre en toda la película, porque tampoco es importante, que es insoportable, que acciona y reacciona por simples impulsos, que no piensa, sólo es borde y fotografía.

Toda la acción de la película discurre en 24 horas, en que harto del trabajo de estudio sale a descubrir el mundo y se encuentra en un parque londinense con una pareja furtiva a la que fotografía tan cantosamente que la mujer (Vanesa Redgrave) se le acerca a pedir el carrete, y como él no se lo da, lo sigue y persigue hasta su apartamento. Él, con ganas de revelarlo (“blow up” significa eso, revelado de un carrete de fotos), le da uno vacío y procede a revelar las fotos para descubrir que esas fotos encierran más de lo que parece.

Comienza entonces una persecución detectivesca por el Londres de 1966 en que la realidad y la ilusión se confunden, en que aparecen una rubia y una morena, desaparecen otras cosas, se rompen guitarras a lo “The who”, pasan volando pastillas y copas y de todo, hasta unos mimos en un jeep… :P.

El argumento no es realmente tan importante como el significado, que Antonioni no deja totalmente claro, pero que se intuye. Algunos le dan poca importancia, diciendo que se hizo famosa por las exigencias del director (no le gustaba el color del césped del parque y pidió que lo pintaran del verde de su elección, la verdad es que es precioso :P) y por el escándalo que provocó en su momento (primera película en que se muestra un desnudo femenino frontal, burlando a la censura).

Pero otros quieren adivinar la lucha del neorrealismo por atisbar la realidad, la Verdad con mayúsculas, la certeza de que luchan por lo correcto. Ese es el dilema ante el que (creo que) se encuentra Thomas (un David Hemmings por entonces totalmente desconocido que hemos visto en … Gladiator!), que ya no sabe lo que ve, lo que no ve, y cuál de esas dos versiones está ocurriendo realmente. Mi escena favorita es la fiesta, en la que a Thomas se le increpa, cuando va a buscar a gente que lo apoye, que él es el fotógrafo, refiriéndose probablemente que él es el que tiene que hacer algo, el que tiene que darse cuenta, el que tiene que llamar a la policía… (no digo más)…

Thomas está en la fiesta (aclaro que toda la acción discurre en Londres). Viene hacia él Verushka, una modelo – que de hecho es a la que le saca la foto de arriba que conformará el cartel de la película – que esa misma mañana le había pedido que se diera prisa sacándole las fotos porque se tenía que ir a París.

Thomas: I thought you were supposed to be in Paris.
Verushka (fumándose un porro): I *AM* IN PARIS!

La carcajada fue estrepitosa, pero también la caída a la realidad por parte de Thomas, que se ve envuelto en un sinfín de sexo (Jane Birkin, “la rubia”), drogas y rock ‘n roll (momento mítico del concierto en que el guitarrista la emprende contra su guitarra…nos recuerda a…) que dejan de tener sentido por momento.

Y la mejor escena de todas, el final, con los mimos que juegan al tenis (y todos los espectadores que arrastran con ellos, claro) sin pelota de tenis!!!!! ¿O había pelota de tenis? ¿Creímos oír una pelota de tenis botar o fue el neorrealismo que nos jugó una mala pasada? Un guiño al cine más antiguo, ese en blanco y negro que parecía rodado a cámara lenta y acelerado con una manivela!!!!

Antonioni rompe esquemas, y no me extraña que le dieran la palma de oro en Cannes, era lo mínimo, quizás era una película demasiado fuerte para los Oscars, que prefirieron darle el premio a Fred Zinemann por “A man for all seasons”, ya se sabe que los americanos, especialmente en esos años, preferían ser más académicos mientras que los europeos se lanzaban al experimento salvaje, decisión que ha dado dos direcciones distintas en el cine actual (sin contar con el entonces menos extendido cine asiático). Dirige una película impecablemente. Sin fisuras, en que todo cuadra.

Os invito a verla sin cautela. En esta no os advierto, no os pido que pongáis cuidado, que os fijéis en nada. Vedla sin miedo y sin complejos, de la misma forma en que el creador la creó. Porque no se merece menos.

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