Saturday, February 2, 2008

"Donnie Darko" de Richard Kelly

Esta semana me temo que tenemos un tema, un hijo rojo: las primeras veces de los directores (cinematográficamente, se entiende :P). Esta película es otro ejemplo notable (quizás un día llegue a describir a Coppola :P), sin llegar a ser tan notoria como la anterior, porque no llegó a los Oscars, ni al circuito internacional, pero sí que se movió importantemente en los círculos de cine independiente (en los que Kelly, el director, decidió promoverla, ya que, en sus propias palabras, “es tan rara que nadie la quería”), logrando un estatus de película de culto al comenzar este milenio.

El paranoico y esquizofrénico joven alumno de high school Donald Darko (Donnie para los amigos) empieza a tener visiones de un conejo gigante, que le acompaña en su ya de por sí lunática existencia, entre una hermana mayor que se rebela políticamente ante su familia, una hermana menor que se hará Spicegirl si la dejan (me recuerda a Olive de Little Miss Sunshine, pero sin el “edge” de esa niña tan audaz), unos padres que creen que, efectivamente está loco, unos profesores extraordinarios, un telepredicador (un genial Patrick Swayze recuperado de todos sus liftings)…

“Every living creature dies alone”, le dice Grandma Death a Donnie una mañana que se lo encuentra. Porque ya no va de tener una existencia monótona o no, sino de la muerte y la soledad de la especie humana. De la necesidad de rodearnos de cosas (erróneamente, porque las cosas van y vienen) y de personas, porque nos sentimos solos y sentimos que solos no vamos a ninguna parte. El refrán “mejor solo que mal acompañado” no nace, como tantos otros refranes, de la nada, sino de la ¿mala? costumbre de arroparse de gente que quizás no nos conviene, pero nos hace compañía. Pocas personas tienen la fortaleza de escoger, en esa bifurcación, la primera opción. La opción de sobrevivir uno mismo, de mirarse al espejo y no verse una figura perfecta, una silueta capaz de comerse el mundo, sino un alma resquebrajada, una persona sufriente, pero también luchadora que saldrá adelante porque tiene la fuerza (aunque muchas veces no lo sepa) de salir adelante.

“Donnie Darko” es una obra reflexiva en ese sentido. No debemos dejarnos engañar por la estética espectacular, dentro de un tono de “Mad world” (como la canción, también presente en la película), de la estructura onírica que muy acertadamente escogió Richard Kelly para su ópera prima. Es un pequeño genio que sorprendió al mundo y que desde entonces no ha hecho cosas de gran importancia, quizás porque puso tanto esfuerzo en ese primer tiro que se demostró que ese es el mensaje que llevaba dentro y eso es lo que tenía necesidad de dar al mundo. Sus siguientes películas son improvisaciones libres sobre el mismo tema, sobre la misma oscuridad.

Todo envuelto en el “realismo mágico sin realismo” que llevan tan bien a cabo los actores. Desde el jovencísimo Jake Gyllenhaal que vive unos brotes esquizoides (esto tiene dedicatoria :P) de lo más esperpénticos, su hermana mayor (también su hermana en la realidad, Maggie, que logra un momento mágico en la pelea entre hermanos), Barrymore recuperada de la montaña de las drogas, Noah Wyle post-Silicon-Valley y pre-Urgencias y una Jena Malone que parece salida de un cuento gótico pintado por Tim Burton.

Una película casi experimental, en cuanto que es la primera, pero sorprendentemente coherente, estilísticamente, narrativamente, todo cuadra. Claro, es como “Cien años de soledad”, luego es difícil de sorprender a nadie con la segunda.

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