Thursday, February 14, 2008

Carta de una oveja perdida

El otro día estaba ordenando mi carpeta (que cada día crece y crece y crece... en cuestionarios :P) y me encontré con una hojita de hace algún que otro mes:

"Yo siempre creí que era injusto lo bien que se trataba a los malos alumnos en mi colegio. Que no se lo merecían. Hasta que una profesora me dijo que es que yo no necesitaba esa atención, ni ese apoyo. Pero que si así fuera, lo recibiría. Bendito colegio alemán. Tan laico. Y tan didáctico.

Ahora voy a una facultad católica. Donde no dejan de repetir que los principios cristianos, que el perdón. Pero no se me perdona. He cometido errores, sí. Como la mayoría. He faltado mucho, he estudiado poco, he trabajado menos. No por desidia, no por falta de respeto. Por estar perdida en un mar de dudas, fobias y angustias del que sólo me pescaron los pinchos de tortilla, las largas charlas, las muchas risas. Pero también los momentos difíciles que he pasado con personas que no me han mirado mal, que no me han juzgado. Que me han comprendido.

Por parte de mi madre, incluso, que después de preguntarme por las notas y decirle yo escuetamente que tenía errores que enmendar, calló. Otorgando, sí. Otorgando un voto de confianza silencioso, esperando que me levante yo sola, porque voy a levantarme, eso nadie (ni siquiera yo) lo duda. El problema es que mientras las paso canutas en el infierno de los suspensos y la incertidumbre de las reprobaciones, no siento, no percibo la atención ni el apoyo prometidos.

Sé que ya no estoy en el colegio, pero pensaba que en una facultad en que todos CREEN conocerme, más de dos se animarían a hablarme. Maria Engracia siempre se interesa. Siempre me pregunta, siempre se preocupa. Y Begoña es a la que le encanta pillarme por banda, pero en buen plan. Notarme taciturna, distraída, preocupada, perdida. Y mostrarse interesada. Enseñarme que me percibe distinta y que está ahí.

Me rompe que al perderse una oveja del rebaño no abandonen a las noventa y nueve restantes para buscarla contra viento y marea. Sigo pensando que todas las personas merecemos ser salvadas.

Save the cheerleader. Save the World."

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